Mientras el Tokio Tapes de Steve Hackett me va acompañando en mi salida, voy rodando y, como de puntillas, atravieso Fangorn, atrás quedan las luces de la ciudad y tan solo voy leyendo en el suelo las plateadas huellas de otros que quizás pasaron antes que yo.En medio de la negrura solo suenan los lejanos ladridos de un perro y las cristalinas notas de la guitarra de Hackett, voy flotando en mi montura y rasgando el negro manto que lo envuelve todo.
A veces, brillantes y como de plata, descubro las telas de araña que relucen a mi paso, otras, quizás las menos, pequeños ojos como pequeñas brasas, observan entre los árboles, silenciosos y mudos, mi quedo paso.
Que lejos estoy de los agobios de la tarde, que pena de no poder compartir el momento, hoy seguro que vuelvo.
Un saludo.



