17 diciembre 2008

El Zorro

Cruzó la ladera bajando hacia mi, mostrando su curiosidad, como si aquel chorro de luz hiriera y violara la absoluta oscuridad de sus dominios e intentara comprender quien osaba pasar por allí.
Nos quedamos mirándonos los dos con la curiosidad que nos da ese tipo de encuentros fortuitos.
Él, absolutamente dorado, con unos inmensos ojos del color de la miel clara, brillando como dos cuentas de ámbar, dos puntos de dorada luz, indicándome su presencia.
Yo, asombrado por la nueva compañía, intentando retener la estampa.
Luego, tras una eterna pausa de escasos segundos se fué tal cual llegó, siguió su camino todavía mirando de vez en cuando a aquel extraño ser que aún lo observaba y que emanaba luz, cuyas circulares patas no llegaba a entender.
Mientras se alejaba, se paraba de vez en cuando en mitad del verde prado para mirar hacia atrás.
Ya solo se adivinaba en la lejana oscuridad unos hipnóticos ojos del color de un buen día de verano y su preciosa cola, entre un dorado y un cobrizo, resaltando todo sobre el fondo negro.
Ojalá nos volvamos a ver de nuevo.

1 comentario:

DeMevius dijo...

Hola kleinxt!

Muy buenos tus relatos. Me he leido algunos y me gusta tu forma de describir esos momentos que nos da el btt.

Un Saludo.